Ella volteó y vio las cadenas caer.El sonrió estirándo su mano.Mas ella se alejo sin decir nada.Los dias soleados ya me estaban aburriendo.
Quería sentir el frio , quería que el calor me lo dieras tú.
Pero no sacaba nada en esperar algo que , sabía q no iba a llegar.
Las estaciones se detuvieron , al igual que yo.
Vivía de recuerdos y me alimentaba de ellos.
Mis padres se habían ido de viaje.
Estaba sola en la gran mansión con pisos de madera y paredes recubiertas del mas antiguo papel.
Por las noches se escuchaba la madera crujir y de vez en cuando uno que otros lamentos por los antiguos pasillos que algún día estuvieron bañados en sangre.
Era la casa del terror de aquella avenida. Pero también era mi hogar.
El vivo recuerdo de mi amor me estaba cegando.
Por las noches mis lamentos se mezclaban con los de mi casa. Mis llantos eran el llanto de todas las almas en pena.
Me sentía más que sola.
El día tardaba en llegar.
Y unas frías manos me halaban al pasillo de los lamentos.
"Ann! Ann!".
¡Si? Respondí yo.
Unas cadenas viejas y oxidadas estaban en el piso. Siguiendolas con la mirada llegaban hasta la mano de un hombre que me miraba con desesperación.
"¡Necesitas mi ayuda?".
El hombre no respondió. Solo hacía sonar las cadenas.
Lo miraba atenta. Debe ser algún espíritu travieso que habitaba en mi hogar.
"Si quieres podemos hablar".
Soltó las cadenas y las paredes se tiñeron de rojo.
Una respiración agitada acaloraba a mi cuello.
Las cadenas estaban colgadas como un extraño adorno. Nuevas.
Volteé y era aquel hombre , pero ahora con la mirada tranquila.
Señaló las cadenas y luego a mi.
No entendí ese gesto.
Desperté. Parece que todo había sido una pesadilla.
Me levanté como de costumbre y fui a lavarme la cara.
Pero en mis muñecas tenia marcas y moretones.
No sentí dolor alguno hasta q me las toqué.
La noche llegó más rápido que nunca , y volví a soñar con ese extraño hombre.
Pero ahora su mirada no eran tan tranquila , y las cadenas estaban en el suelo.
Ya no era una respiración la que me molestaba , si no los gritos descontrolados de aquel hombre.
"Maldita , cómo pudiste"
Lo repetía una y otra vez.
Las marcas cada vez eran más , mis brazos estaban morados y mis sueños cada vez eran peores.
Más gritos , más agresiones ,más angustías.
Alguien me dañaba y ese alguien era aquel hombre de la mirada desesperada.
Decidí mantenerme en vela toda la noche.
Aunque el frío era enorme.
Y el sueño me atontaba , apretaba mis brazos así el dolor me mantenía despierta.
Derrepente , el hombre apareció con las cadenas en sus manos caminando lentamente hacia mi.
Perpleja le mostraba mis brazos en signo de explicación.
"¡Quién eres , por qué me haces daño!".
El hombre lanzó las cadenas contra mi , amarrándome en ellas y arrastrándome hasta el pasillo.
Pedía a gritos que me soltara.
Un poco de piedad.
"Eres un demonio? -pregunté , llorando.- ¿Qué quieres de mi?".
El hombre soltó las cadenas. Y se paró frente a mi.
Esbozó una sonrisa.
Las marcas comenzaron a desaparecer , en verdad.
Nunca senti el dolor.
Siempre que pensaba en ellas me dolía.
Y comprendí
que todo estaba en mi mente.
Que el hombre era la representación de mi dolor.
Que cada día que pasaba veía como me estaba destruyendo.
Y que esto debía parar.
Volteé y las cadenas cayeron totalmente.
El sonrió y estiró su mano.
Me invitaba a sufrir.
Me levanté y caminé en dirección contraria.
Mi nueva vida comenzaba.